¿Dónde me siento en casa?
Francamente no sabría decirlo. ¿Cual es el lugar escondido en los recuerdos donde su sentir, su impresión y su emoción, me comunica una idea de casa? ¿Qué lugar ha dejado una profunda señal en mi alma?
Puedo sentirme en casa entre las paredes domésticas, entre los objetos que me son familiares como los libros, los muebles o las cacerolas. Sin embargo, a la vez, este lugar tan familiar, se me rebela estrecho y opresivo, generando un descontento como si me faltara algo.
Para escapar a esta sensación muchas veces he hecho las maletas y me he ido de allí. Los viajes por Europa, a Lisboa, Madrid o Praga, me enriquecen y he llegado a pensar que hubiera sido bonito vivir en estas ciudades. Salvo cuando descubro a la vuelta, con la nave amarrada al puerto, de estar de vuelta en casa, incluso si esa casa representa sólo una parte de mí y de mi vida. Los recuerdos de la infancia me llevan a mi pueblo natal, Pattada, con su bosquecillo y sus montañas cubiertas por la floresta, los caminos silenciosos, las sencillas casas donde habitaban las personas a las que me unía una fiel familiaridad , la casa donde viví de niña con mi madre, que me dejó demasiado pronto.
El hecho de que mi vida en ese punto fuera interrumpida de manera tan traumática. Me produjo una herida tal, que a partir de ese momento siento que mi casa ha desaparecido para siempre. Aunque, quizás, no definitivamente. Por que sentirse en casa no es sólo estar en un lugar físico, sino sentir que tu alma vive y logra expresar lo que siente, lo que recuerda.
Sentirse en casa es tener el alma plácidamente serena.
Correción: Antonio Machado Sanz