Townstories

Corazón, vete a la sierra
y acompaña tu sentir
con el tranquilo latir
del corazón de la tierra.

En mis años de infancia y adolescencia siempre tuve la sensación de necesitar un lugar donde sentirme a gusto. Un lugar donde el tiempo no existiera. La sierra de Guadarrama tan cerca de mi ciudad, Madrid, me aportó aquello que buscaba. Aprendí a observar la naturaleza, los árboles, los pájaros, las praderas, los colores, el sonido del silencio, los matices de la luz.

Poco a poco sus valles, sus ríos, sus bosques hicieron que mi espíritu fuera captando su paz y su armonía. Pero fue en una de sus cumbres, no muy alta, donde contemplando el maravilloso paisaje del valle al atardecer, con la luz tamizada por la altura y en aquel silencio mágico, mi yo desapareció, se difuminó en el entorno, percibiendo la sensación de ser un elemento más de la natu-raleza . Y en ese momento sentí la intemporalidad.

Cualquier cumbre, este donde esté, me transfiere las mismas emociones que percibí por primera vez en aquel lugar de la sierra de Guadarrama. En cierta forma fue un poco mi maestra de la vida, donde encontré mis raíces, y donde me di cuenta que nuestra vida va unida indefectiblemente con la de la naturaleza, consecuentemente con la del planeta. Lugares que, sobre todo a la puesta del sol, convierten en mágico todo lo que les rodea, y te hacen desear que, ese momento, se alargara al resto de tu vida.