Ha recorrido el barrio buscando una zona verde y sólo ha encontrado diminutos árboles sujetos a sus alcorques con adoquines, para que no huyan. Extenuado por la edad, el paseo y la temperatura, subió como pudo hasta su casa, un cuarto piso en la calle del Espíritu Santo. Ahogado de calor y esfuerzo, se dejó caer pesadamente sobre una silla próxima a sus balcones. Entonces encontró la zona de verde más extensa del barrio.
Estaba allí mismo, ante sus cansados ojos, con su césped, farolas, estatuas, paseos, rosales, plantas ornamentales y diversos árboles. Junto a un aparcamiento. Pertenece al Ministerio de Justicia y sólamente, en los últimos años ha podido comprobar que se ha utilizado para una pequeña fiesta de funcionarios.
Todos los días lo riegan y pasan por él jardineros y personal de mantenimiento, de manera que siempre está dispuesto para el disfrute por alguien, pero nunca se utiliza. Ya sólo queda uno de los viejos árboles que resistió el tiempo de la guerra, el otro que existía lo resquebrajó una tormenta de aire, hace ya, algunos años, destruyendo en su caída parte de la verja que existe sobre el muro que circunda el bello jardín. Su único consuelo es disfrutar de la vista y el olor cuando siegan el verde o lo riegan.