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TownstoriesStand:Nacido entre bosques de pinos en la sierra de Guadarrama, a unos ochenta kilómetros de Madrid, transcurre impetuoso y bravío entre guijarros y pequeñas torrenteras hasta encontrar las primeras urbanizaciones, hospitales... A partir de allí, con la carga de desagües contaminantes, se convierte paulatinamente en un cadáver maloliente e infecto; esto contrasta con lo que fue el río de mi niñez, cuando, en las noches calurosas del verano, en alegre cabalgata nos acercábamos a sus orillas a darnos un chapuzón. En épocas donde no había agua corriente en las viviendas, las lavanderas, sacrificadas mujeres, acudían a sus orillas a lavar la ropa de la burguesía y la aristocracia. Muchos artistas lo pintaron: plásticamente, era muy hermoso contemplar aquellas praderas llenas de bastidores con la ropa blanquísima tendida al sol, que escondía el esfuerzo y sufrimiento de esas mujeres situadas en la última escala de la pobreza. Es un río viejo, en sus márgenes se han encontrado innumerables fósiles y, también, restos de mamuts. Lo atraviesan varios puentes; los más importantes son el de Segovia, del siglo XVI, y el de Toledo, del XVIII. Hasta hace unos cincuenta años se cultivaban en sus riberas tomates, lechugas, cebollas y flores. Actualmente apresado por urbanizaciones anodinas y despreciables, atravesado en varios tramos por una vía de circunvalación, pasa prácticamente desapercibido. Termina de forma desoladora en un barrio llamado La China, donde va a engrosar con las aguas fecales de la ciudad, luego depuradas, el caudal de un riachuelo de tercera, el Henares. Triste final para un río nacido en un venero de la sierra. |