Su color amarillo y negro, como oficio de difuntos...
Una muerte anunciada, un pozo sin fondo donde no se refleja ni la luna, ni las estrellas. Ese lugar donde
van a parar los desheredados de la tierra.
Un vivir en agonía que durara tanto tiempo como su vida allí, hasta la muerte. Un invento infame del hombre para deshacerse, sin remordimiento de asesino, de los que le molestan y perturban.
Su ambiente frío y deshumanizado es como una cárcel del alma, una cárcel de donde solo se ha de salir para un destino plagado de misterios e incógnitas que roe la mente noche y día: la muerte.
¡Triste destino!, que amenaza a tantos seres humanos.
¡Dioses libradnos de éste amargo final!