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Conocí este mercado cuando llegué a Madrid, hace ya tantos años que madrileño me considero. Me alojaba en un Hostal de la Calle Fuencarral nº 93, y el mercado mas cercano era el de Barceló.

El inmueble que acoge este Mercado, es bien anodino pues asemeja a un edificio de oficinas, como así es en su mayoría. Pero el encanto para mi, que venía a Madrid después de 28 años en África, acostumbrado a los Zocos de Marruecos y Argelia, era la uniformidad de sus puestos, el acicalamiento de sus dependientes y dependientas, todos uniformados con batas blancas y gorras del mismo color. La misma pulcritud observaba en la carnicería, que en la pescadería, que en la charcutería. La misma e inigualable habilidad de sus dependientes, la forma de servir el pescado, quitando las vísceras, haciendo filetes de un lenguado, que podría pensarse que seria imposible, todos los pescados adornados con unas hierbas verdes que aun no se que son.

La carnicería, igual, te ofrecen las distintas partes del animal ya distribuidas, que si tapa, tapilla, entrecot, solomillo, aguja, morcillo, costillas, chuletas y chuletillas, al fondo del establecimiento un dibujo del animal, con el nombre de cada parte de la res !Y que decir de las charcuterías, todas las variantes de embutidos alineados a la vista del comprador, chorizos de Cantimpalos, de Salamanca, jamón de jabugo, serrano de Huelva y Granada ----! Y esas tiendas magnificas de frutos secos, fruterías, verdulerías-
Este Mercado es un mercado, clasista, en su primera planta los productos que venden son de una calidad superior, y por ende de precio superior a los puestos que se arremolinan en la planta inferior , donde si bien hay también pulcritud y orden, la impresión primera, es algo más relajada que en la superior. Incluso el publico que compra en esta planta , su vestimenta no es la misma que en la planta primera, donde la vestimentas de las personas que allí se ven, son de calidad superior y a veces se ve algún que otro abrigo de pieles. Vestimenta imposible en la planta inferior.

No es un gran edificio, no se llevará ningún premio arquitectónico, pero las entrañables gentes que lo pueblan, tenderos, clientes, vendedoras de cupones, algún oriental, ofreciendo las últimas novedades de los cargantes chicos de Operación Triunfo, junto al ultimo CD de Luz Casal o de Sabina, o de Leonard Cohen o Serrat, hacen de todo el mercado un lugar entrañable, al que ya me acostumbré y no extraño los Zocos marroquíes.

La importancia de un mercado ,un museo, una vida, se la dan los seres que los habitamos, y este de Barceló, que nunca ganará un premio de Urbanismo, seguro que su premio ya lo tiene en el corazón de sus gentes.

Víctor Donamaría